Por Emiliano Cándido
Se me viene a la cabeza una imagen del año 2003, cuando Mardy Fish salía de la oscuridad y se colaba en la final del, en ese momento, Masters Series de Cincinnati. Tras esa final pasaron 5 años hasta llegar a Indian Wells 2008 para repetir la hazaña y, dos después, llegó nuevamente a la definición en Cincinnati. Hoy venció a David Ferrer en una hora y 22 minutos y está a un paso de repetir final en un torneo de gran importancia.
Esa tarde/noche de 2003 culminó una de las mejores actuaciones de su vida cayendo en la final ante su amigo Andy Roddick sin perder el saque, es más, su servicio solo fue quebrado dos veces en todo el torneo (primera ronda contra Mark Philippoussis). Parecía un gran punto de despegue para el jugador nacido en Minnesota, pero se estancó.
Las lesiones y el mal nivel de juego se entrelazaban y no podía asomar la cabeza más allá de la horrible frase: “Que hubiera pasado sí”.
La irregularidad pasó a formar parte de su vida cotidiana: Jugó finales (la más destacada en los Juegos Olímpicos 2004) y ganó títulos (Estocolmo 2003 y Houston 2006) hasta que salió a flote nuevamente con una actuación resonante.
Fue en el año 2008. Ubicado en el margen de los 100 del mundo, impactó a propios y extraños y eliminó Davydenko (8), Nalbandian (7) y Federer (1) solo para caer ante Novak Djokovic en una disputada final.
Ese fue el momento que empezó a estabilizarse. Un tiempo fuera del circuito le ayudó a bajar de peso y ganar masa muscular y llegar al 2010 como un tenista diferente. Ofensivo con su juego como siempre y agresivo con su saque.
Cincinnati le abrió de nuevo las puertas de la final pero Federer lo detuvo tras una batalla de 2 horas y 40 minutos, pero sus “víctimas” anteriores ameritaban el lugar que había ganado: Verdasco, Murray y Roddick cayeron esa semana ante su juego.
Tras su triunfo de ayer ante Juan Martín Del Potro hoy su víctima fue David Ferrer y muchos lo calificamos de sorpresa ¿Por qué? Porque el estilo de Fish no es el adecuado para triunfar ante un “pasa pelotas” como el español. Pero el 7-5/6-2 llega en uno de los mejores momentos de su carrera.
Ya sin problemas de peso y, parecería, sin problemas físicos, llega al número 1 de los Estados Unidos por primera vez y promete quedarse por un tiempo.
Él lo considera intrascendente, pero todos sabemos que no lo es. El plus anímico que genera ese ranking y un torneo de esta magnitud (puede ser 8 el mundo si lo gana) no tiene desperdicio alguno. Y, además, hay un dato que corre a su favor, las únicas tres semifinales de Masters 1000 las ganó. Seguramente estará prendido al partido de Anderson y Djokovic rogando por una victoria del sudafricano.
Pero este Mardy Fish que no para de sorprender tiene mucho para dar ante cualquier rival y, si está al 100%, no hay que dudarlo: puede poner en aprietos a cualquiera.